Arte y Espectáculos

Fernando Cabrera: “No podría soportar que mis canciones fueran efímeras”

Antes de su reencuentro con el público local, este sábado, en la sala Piazzolla, una charla que invita a conocer los orígenes del artista que ya no busca sorprender, pero si compartir música sencilla y profunda.

Fernando Cabrera, uno de los artistas más singulares y respetados de la música uruguaya, vuelve a Mar del Plata. Esta vez, en su encuentro con el público, este sábado 7 de junio, a las 21 en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium, presentará una selección de su extensa e influyente obra.

Con más de cuatro décadas de trayectoria, Cabrera propone un concierto íntimo, cargado de su poesía y las melodías que atraviesan generaciones.

Ente milonga, candombe, trova y una lírica profundamente personal, el músico montevideano desplegará su estilo “sencillo y a la vez profundo”.

“No podría soportar que mis canciones fueran efímeras” reconoció el artista en la charla con LA CAPITAL, en la que repasó sus inicios en la música, lo que permanece y lo que ha cambiado en su estilo, la cuenta pendiente de la docencia y, su falta de curiosidad por las novedades musicales.

“Siempre me atrajo Mar del Plata, más como ciudad que como balneario. Fui por primera vez en 1980 u 81 con un amigo. Luego fui varias veces gracias a la música y a haber encontrado un público (y productores) afín”, compartió. Y destacó que dos argentinos que le gustan mucho “tienen relación directa o cercana con Mar del Plata: Astor Piazzolla y Juan Manuel Fangio”.

La guitarra, Montevideo y el ” despotismo dictatorial”

-¿Cómo se inició tu contacto, tu relación con la música? ¿Cómo fue el recorrido desde los inicios hasta haber grabado vos solo voces y los distintos instrumentos de un disco tuyo, además de las letras?

– Cuando tenía 6 años recién cumplidos mis padres sorpresivamente me traen una guitarra acompañada de un cuaderno pentagramado, un libro de solfeo, un manual de primeras lecciones de guitarra y la noticia de que la semana siguiente empezaba a tomar clases con una profesora que se había instalado a una cuadra de casa. Era una muchacha argentina recién casada que se había radicado en mi barrio y puso su pequeño conservatorio. Desde niño estaba acostumbrado a hacer distintas voces, cantar a coro, inventar o improvisar arreglos vocales. Si bien toco los instrumentos en mi último disco “Simple” (piano, órgano, bajo, percusión) debo aclarar que lo hice de modo muy elemental.

– Creciste en un Montevideo muy cultural y también en una época convulsa. ¿Recordás esa época? ¿Qué influencia tuvieron el ambiente, la situación, en tus primeras composiciones? ¿Qué influencia tienen hoy?

– Comprendo la pregunta pero pienso que las circunstancias que a uno le tocan vivir, por extrañas o llamativas o difíciles que resulten para una mirada posterior, son lo más natural para el que las vivió. Mi infancia transcurrió en un mundo bastante idílico, seguramente por la natural inconsciencia de esa etapa infantil. La adolescencia comenzó igual pero pronto se convirtió en una vida cargada de precauciones, miedos, restricciones, impedimentos, todas cosas propias de un despotismo dictatorial te diría que casi nazi, que a los argentinos no tengo que explicarles. Pero haber vivido así entre los 16 y los 28 años, más allá de los desastres y las pérdidas, me templó y me entrenó para soportar cualquier cosa.

– Montevideo está muy presente en tus letras. ¿Cómo ha ido cambiando tu mirada sobre la ciudad con el paso del tiempo?

– Montevideo es mi natural escenografía, está en mis canciones hasta cuando no está. En un principio no era muy consciente de mi ciudad pero con el paso de los años fui enamorándome y queriéndola cada vez más.

El misterio de la creación

– Tus canciones tienen una carga poética muy personal. ¿Cómo se desarrollan? ¿Cómo conviven la complejidad técnica con los aspectos más emotivos?

– Imposible de responder. El proceso de composición es misterioso también para mí y no me parece mal esa falta de certeza. El acto creativo tiene mucho de magia, si bien uno se prepara y predispone en la vida para ayudar a esa magia.

-En ese aspecto, ¿te interesa sorprender o más bien expresarte libremente?

-En los primeros tiempos tuve una etapa en la que me interesaba sorprender. Estaba cercano a Leo Maslíah, a quien admiraba mucho y tuve una tendencia a ser tan imprevisible como él, algo que jamás alcancé por otra parte. Pero me salían canciones un poco más experimentales. Luego comencé un lento proceso que llega hasta hoy en el que intento volverme cada vez más sencillo, tratando de ser hondo al mismo tiempo, tomando como ejemplo a Rubén Lena, El Sabalero, Dino, claro que sin imitarlos. Ya no podría imitar a nadie porque para bien o para mal se me desarrolló una especie de personalidad.

– Tu trayectoria musical abarca varias décadas. ¿Sentís que hay un momento que haya marcado un antes y un después?

– He sentido en los últimos tiempos que el núcleo de mis canciones ya está presente y claro desde mis 2 primeras: Vidalita fea y Paso Molino, 1976.

Nada de “consuma y tire”

– En un contexto de inmediatez y consumo rápido ¿Qué lugar creés que tiene la canción con contenido profundo?

– Me da mucho trabajo y a veces luego mucho orgullo lo que hago. No podría soportar que mis canciones fueran efímeras, de “consume y tire”. Me imagino que quedan todavía personas que disfrutan de una canción como para volver a escucharla muchas veces, o un disco o un libro, etc. Para esas personas trabajo. De todos modos si me quedara sin público seguiría haciéndolas.

– ¿Qué valor le das a la docencia?

– No soy docente, no tengo vocación. Cuando lo fui en mi juventud lo hice por supervivencia y tengo el recuerdo culposo de no haber sido un buen docente. Sin embargo a mí me hizo muy bien haber tenido varias instancias formativas con gente que sin duda tenía esa hermosa vocación y me volcaron infinidad de conocimientos y curiosidades. Por citar algunos: Noemí Porratti, Juan José Navarro, Federico García Vigil. Coriún Aharonián, Graciela Paraskevaídis, Sara Herrera.

– ¿Estás atento a las nuevas músicas de artistas jóvenes? ¿Te interesa analizar por dónde van sus búsquedas? ¿Te ha llamado la atención alguna/o?

– Estoy poco atento, no logro interesarme mucho. Tengo el disco duro muy sobrecargado puesto que fui extremadamente atento y curioso en otras épocas. Una vez leí una declaración de Azorín cuando le preguntaron qué era la vejez: “La vejez es la pérdida de la curiosidad”. Ahora estoy atento a otras cosas.

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